
Por Ariel Cabral.
Santo Domingo. Un día como hoy, pero en 1998, la República Dominicana vivió uno de los episodios más dolorosos de su historia reciente: el paso del huracán George. Con categoría 3 en la escala Saffir-Simpson, el ciclón impactó con fuerza el territorio nacional dejando a su paso destrucción, muerte y desolación.
Los efectos fueron devastadores. Se contabilizaron cientos de fallecidos, miles de personas damnificadas y pérdidas económicas millonarias que afectaron a sectores vitales como la agricultura, la infraestructura vial, la energía eléctrica y la vivienda. Muchas comunidades quedaron incomunicadas durante días, y la magnitud de los daños superó ampliamente la capacidad de respuesta de las instituciones de la época.
Han pasado 27 años desde aquel 22 de septiembre y, sin embargo, el recuerdo de George permanece vivo en la memoria colectiva de los dominicanos. Para muchos, fue la primera gran tragedia natural que presenciaron, una experiencia que transformó la manera de comprender la vulnerabilidad del país frente a los fenómenos atmosféricos.
La tragedia también dejó lecciones importantes. A partir de entonces, el país inició un proceso de fortalecimiento de sus sistemas de prevención, alerta temprana y gestión de riesgos. Se crearon organismos, se actualizaron protocolos y se impulsó una mayor conciencia ciudadana sobre la preparación ante huracanes, aunque la vulnerabilidad persiste en muchas comunidades expuestas.
Hoy, 27 años después, George se recuerda no solo como un huracán devastador, sino como un punto de inflexión en la historia nacional. Su paso evidenció la fragilidad del territorio frente al cambio climático y la urgencia de construir una cultura de resiliencia.
En este aniversario, el país rememora a las víctimas y reconoce la fuerza de un pueblo que, en medio del dolor, supo levantarse. George permanece como símbolo de la memoria y de la necesidad de nunca bajar la guardia ante los embates de la naturaleza.